quinta-feira, 17 de abril de 2014

Um adeus para Gabo

Gabriel Garcia Marquez

Esta não é a crônica de uma morte anunciada, mas o anúncio da morte de tantas crônicas. Má hora para a América Latina. Foi-se Gabo! A luz é como água e Gabo, agora, náufrago. Não se sabe ao certo como a morte o achou. Desconfio que a vó desalmada de Cândida Erêndira o envenenou pela madrugada, usando a velha desculpa "Só vim telefonar". Macondo chora. Onde está Fermina? Florentino? José? Amaranta? Aureliano? Miguel, clandestino no Chile. Melquíades já está chegando de além mundo para vender seus lingotes metálicos durante o funeral. Isabel ficará vendo chover em Macondo. O general fita o nada, através da janela do seu labirinto, com olhos chorosos de cão azul. O coronel não saberá da notícia, ninguém o escreve desde os tempos do cólera. Aracataca não será mais a mesma, a não ser pelo inebriante cheiro de goiaba. Adiós, Gabo! Não deixará o rastro do seu sangue na neve e levará consigo as memórias de suas putas tristes. Não é o enterro do diabo, nem os funerais da mamãe grande, é o fim de um sonhador. Hoje me alugo para sonhar também.


Esta no es la crónica de una muerte anunciada, sino el anuncio de la muerte de tantas crónicas. Mala hora para América Latina. ¡Se nos fue Gabo! La luz es como el agua, y Gabo, ahora, un náufrago. No se sabe con certeza cómo la muerte lo encontró. Sospecho que la abuela desalmada de la Cándida Eréndira lo envenenó en la madrugada, usando la vieja excusa de “Sólo vine a llamar por teléfono”. Macondo llora. ¿Dónde está Fermina? ¿Florentino? ¿José? ¿Amaranta? ¿Aureliano? Miguel, clandestino en Chile. Melquíades ya viene desde el más allá para vender sus lingotes metálicos durante el funeral. Isabel se quedará viendo llover en Macondo. El general mira la nada, a través de la ventana de su laberinto, con ojos llorosos de perro azul. El coronel no se enterará de la noticia, nadie le escribe desde los tiempos del cólera. Aracataca ya no será la misma, salvo por el embriagante olor a guayaba.

¡Adiós, Gabo! No dejarás el rastro de tu sangre en la nieve y te llevarás contigo las memorias de tus putas tristes. No es el entierro del diablo ni los funerales de la mamá grande; es el fin de un soñador. Hoy también me alquilo para soñar. 

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